Novena
al Santísimo Cristo de las Cadenas
ORACION INICIAL
Oh Señor Jesucristo, que en tu devoto Santuario de las Cadenas esperas con los brazos abiertos a todos los hijos que acuden a Ti con sus penas y necesidades: te suplicamos nos concedas la protección de nuestras familias, la salud y pronta recuperación de los enfermos, el trabajo digno y estable para los que carecen de él, y la paz en nuestro mundo dividido por las discordias y enemistades.
Concédenos renunciar a la vida de pecado y dirigir nuestros pasos por el camino de la virtud. Rompe las cadenas que nos atan y esclavizan para que, viéndonos libres de nuestros pecados, podamos alcanzar la paz en esta tierra y la gloria en el cielo. Amén.
ORACION DIARIA
(después de la oración de cada día hágase la petición, seguida de Padrenuestro, Ave María y Gloria)
ORACIÓN FINAL
Oh Dios, que has querido aceptar la Pasión y muerte en la Cruz de tu Hijo Jesucristo para romper las cadenas con que nos atan nuestros pecados; haz que, viéndonos libres de ellos, sepamos gozar de tu santa libertad en la tierra y alcancemos la gloria que nos tienes prometida en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIONES PARA CADA DIA
VIERNES. DIA PRIMERO
Señor Nuestro Jesucristo, que aceptaste morir en la Cruz para salvar a todo el género humano;
Concédenos, por tu amor, aceptar la cruz del sufrimiento aquí en la tierra, para poder gozar en el cielo los frutos de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
SABADO. DIA SEGUNDO
Señor Nuestro Jesucristo, que no rechazaste el camino de la Cruz, y subiste mansamente a Jerusalén para sufrir la amarga Pasión y Muerte por amor del género humano;
Llena nuestros corazones de ese mismo amor, para que, por tu gracia y compañía, podamos también nosotros llevar nuestra cruz de cada día, no como instrumento de tortura, sino de salvación.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
DOMINGO. DIA TERCERO
Señor Nuestro Jesucristo, que siendo Dios te humillaste hasta la muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio;
Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de Ti en el cielo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
LUNES. DIA CUARTO
Señor Nuestro Jesucristo, que siendo Dios padeciste desprecios, sufrimientos y toda la amargura que destilan nuestros pecados;
Haz que, arrepentidos de todos ellos, te sirvamos en delante de consuelo en esta vida y de corona de gloria en el cielo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
MARTES. DIA QUINTO
Señor Nuestro Jesucristo, que has querido llevar hasta el Calvario la pesada Cruz de los pecados del género humano;
Por tu infinita paciencia y misericordia, haz que, en adelante, caminemos por la vida sin apartarnos del camino del Evangelio.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
MIERCOLES. DIA SEXTO
Señor Nuestro Jesucristo, que has querido aceptar ser juzgado por hombres inicuos, siendo Tú la misma Inocencia;
Te rogamos que, arrepentidos de nuestra malicia en esta vida, seamos juzgados con misericordia en la otra.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
JUEVES. DIA SEPTIMO
Señor Nuestro Jesucristo, que con infinita mansedumbre aceptaste la injusticia de ser condenado mientras liberaban a un criminal;
Te rogamos nos des fortaleza cristiana para llevar, por amor a Ti, los desprecios del prójimo y las injusticias de la vida.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
VIERNES. DIA OCTAVO
Señor Nuestro Jesucristo, que a punto de expirar en la cruz, nos entregaste como Madre nuestra a tu santísima Madre, la Virgen María;
Te suplicamos, por los tormentos padecidos con tanto amor por nosotros, y con la mediación y cooperación maternal de la Virgen María, crezcamos cada día en santidad hasta alcanzar la gloria del Cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
SABADO. DIA NOVENO
Señor Nuestro Jesucristo, Cordero de Dios sacrificado en la Cruz para reparar los pecados de la humanidad;
Te suplicamos que, muriendo nosotros mismos al pecado, merezcamos, como el buen ladrón, oír de tus labios palabras de perdón y ser admitidos a tu Reino celestial.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.